julio 05, 2008

Trinidad y Otros Vagos






Trinidad se arrellanó en el sofá, se desabotonó la camisa y prendió el ventilador. El calor del trópico es bochornoso, inmoral. Repicó el teléfono. Tita lo dejó sonar hasta que no aguantó más y estiró el brazo.


Sólo sostuvo el auricular junto a su oreja, sin pronunciar ni una palabra. Del otro lado tampoco habló nadie, apenas se percibía el susurro de una regular respiración queda y la tenue percusión de un latido cardiaco. Permaneció así durante diez minutos.


Después trancó y volvió a desparramarse en el mueble con una sonrisa; buscó el control del televisor y empezó a saltar de un canal a otro, deslizándose por olas de blablablá, bombardeos publicitarios, tiroteos reales y ficticios, sexo explícito violencia, documentales y un largo etcétera, hasta aterrizar en un inquietante animé japonés subtitulado.

- Se va a quedar echada ahí.
- Un rato más, a lo mejor llega alguien o se masturba, quien sabe…
- ¡Déjame ver para otro lado!
- Ya va, si en cinco minutos no se mueve lo cambias.
- Bueno, ya estoy contando…

Tita no se mueve, alcanzó a quitarse los zapatos y las medias, a desabrocharse el pantalón. Otra chica marioneta j.

- Cinco minutos. Mi turno.

La mira del telescopio, amplificador de fetiches, cercanía morbosa, se dirige a la ventana del tercer piso. Luz apagada, ¡qué lástima! Recorre la calle, hay un indigente revisando las basuras, lo acompaña un perro flaco que olisquea todo lo que él toca; es asqueroso, no deberían permitirlo, un verdadero peligro, completamente antiestético y antihigiénico. Al fin algo interesante, el vecino gay va a dar una fiesta, ordenó la mesa para un banquete, esto va a estar “buenésimo”, pendiente para más tarde, faltan algunas horas para la verdadera acción.

- Ven, en el sexto piso, tremenda paliza, rápido…
- Uhh! Esa mujer no aprende…
- Déjame ver.
- Hay para rato, deja el atore.
- Déjame ver…
- Deberíamos instalar otro. Así podríamos ver al mismo tiempo.
- ¡Ay, Santísima! La va a matar.
- ¿Llamamos a la policía?
- Ni se te ocurra, en la tele no hay nada que valga la pena…

Abajo, en la acera, Sherman mata el hambre con lo que encuentra y le da las sobras a Toby, el perro, y Chepe, el gato, sus fieles acompañantes de juerga y jerga.

- Ya se pusieron a tirar…
- ¿Los del sexto?
- ¿Quién más?
- ¿Tita?
- Tu consentida no se ha movido.
-Ah…

Trinidad no se ha movido; Tita no se va a mover más. La sangre dejó de bombear hace más de dos horas. La encontrarán mañana, cuando lleguen de viaje.

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