agosto 28, 2012

Yo sólo estaba durmiendo tranquilo en mi casa…


 A Boris 

Yo estaba durmiendo en mi casa, unas horas antes había ido a encontrarme con una vieja amiga, tremenda jevita, salimos a tomar algo mientras conversábamos de todo lo que habíamos hecho en los dos últimos años y luego la dejé en su casa. Al regreso encontré a mi vecina con su novio, o su machuque, o lo que sea, les invité unas cervezas y fuimos hacia la casa; en el camino ella encontró a su gato blanco muerto (el más consentido) y yo entendí que no sería un buen momento de reunión.

Entré a mi cueva después de la larga jornada del día, preparé carne con arroz y comí viendo televisión. Fui al baño, cagué leyendo una revista Año Cero -me encanta esa mierda de la ciencia ficción-, tomé una ducha con agua bien caliente y me arreglé para ir a la cama – después de todo me sentía cansado. Me faché un buen bate y le di un par de patadas. Poco a poco me fui adormeciendo con el olor a pintura y el sonido de los grillos, cuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicui…

        DING-DONG

Yo estaba durmiendo tranquilo en mi casa cuando entró esa mujer revolviendo todo y gritando barbaridades de camionero, jaladísima, supongo, lo que me faltaba, me cayó frutero; abrí por inercia, ojalá no lo hubiera hecho; tiró su bolso encima de mis pinturas abiertas y me culpó de su torpeza, tirando todo lo que estaba sobre mi mesa de dibujo. Para salir del aturdimiento decidí tomar otro baño, esta vez de agua fría, friísima, y salir a llevarla. Resultó que no estaba sola, andaba con una mariposa amiga suya a quien había que llevar primero. Maldita sea. En medio del camino se enardeció y empezó a recriminarme y a maldecir y a golpear en torno de sí, mientras en el asiento de atrás la mariposa temblorosa no emitía ni un aleteo.

- ¿Qué necesidad tengo yo de esto?, tremendo peo que me metí por andar de cabrón, que si mamita, que si un polvito… ¡qué vaina!- me repetía sin cesar dentro de mí… yo sólo estaba durmiendo tranquilo en mi casa, empezaba a tener dulces sueños, estaba a punto de agarrarle la teta a la pavita de la oficina… ahora ella se baja del carro en un arranque de malcriadez, en pleno Petare, “no seas infantil” le digo, “¿chama, tú no estás viendo dónde coño estamos ni la hora que es? No seas BRUTA, carajo, te voy a dejar aquí pa’ que te  reviente un malandro”. Se montó y yo seguí a lo largo de la calle, pensando que querría que se acabe esta locura que no entiendo ni bajo el pretexto de las sustancias.

Creo que fue un día terrible y no termino de comprender qué mierda pasó mientras yo sólo estaba tranquilo durmiendo en mi casa...
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