noviembre 26, 2012

Hace como 12 años que dejé el cigarrillo




Hace como 12 años que dejé el cigarrillo, pero todavía me provoca, en ciertos momentos, no todos los días y a cada rato. Sin embargo, en ciertos momentos, sí, también cometo mis deslices, dos o tres pangas en una que otra celebración, dependiendo siempre del nivel etílico en la simple ecuación de a mayor curda más juma… siempre me pasa en las casas de los amigos fumadores, siempre le termino martillando a la amiga o a las abuelas, a los amigos no porque siempre están peleando por sus cigarros y lloran por cualquier caleta, niñotes… no sé por qué, es como una cuestión de honor no volver a comprar, aunque ya sé que me voy a terminar fumando unos 9 o 12 al año, debería comprarme la cajita pequeña y tenerla por ahí, para esas veces, pero no, yo sé por qué es que de verdad no la compro, es para no tener la tentación, en un arranque de ansiedad, por ejemplo, no, la verdad es que siempre me caigo a cobas en eso –entre otras cosas- y creo que voy a resistir, que no voy a caer, que me va a repugnar… ahí es cuando uno ve que borracho no es gente y siempre tiende a la autodestrucción… bueno, tampoco es que yo juzgue la calidad humana por los niveles de nicotina, pero es un hábito insano, lo sabemos y como cada quien con lo suyo, así como tengo una pana que fuma como una chimenea pero no toma ni pizca de azúcar por ejemplo, yo opté por dejar de fumar cuando me replanteé mi vida hacia un giro ecológico (¿Ilógico?) pero no he podido abandonar el chocolate… del cual también trato de abstenerme, con mucho menos éxito… De repente resulta que de tanto seguir la vía de la moderación no se ha templado mi carne ni mi mente al estilo de  los monjes budistas sino que me siento como reprimida, alucinando tentaciones estrambóticas –más en el estilo del pájaro loco- bajo el escándalo de la lluvia en las latas del techo, que traspasan su ración de lluvia para adentro… no, mi carácter no diría que se haya exactamente templado en este tiempo, ha sido más bien como un aplazamiento de necesidades y ritos accesorios ante las urgencias y las auténticas prioridades, es que yo no quiero acostumbrarme a pasar roncha, ni mucho menos llegar a que me agrade y por lo visto esto es una tremenda contradicción con el lugar que escogí para vivir, donde estoicamente consideran una especie de honor ese vivir sufriendo innecesariamente… Ahora dirá quien lee que por qué escribo esto… bueno, nada, que es uno de esos momentos en que me provocaría fumarme un cigarrillo y tal vez otro y otro con un café con un vino con un ron y otro y otro y otro… pero sólo tengo café… y estas ganas de quemarme una pangola y hacer aros de humo mientras mis problemas se esfuman lejos…

septiembre 29, 2012

Muertes

"Hada Macabra" (tinta y acuarela sobre cartulina de ilustración)

En el lugar donde ahora estoy les encanta un muerto, a mí, que me considero vital, esto me parece rarísimo; porque la muerte siempre me ha pasado por un lado sin querer llevarme cuando se lo he pedido, dice que le divierte todo lo que soy capaz de inventar mientras me llega la hora. 

Una vez iba caminando por la Avenida Urdaneta y está esta mujercita insignificante bajándose de un autobús, delgada como un niña, falda negra, franela blanca de punto, un suetercito de estampado floreado sobre fondo negro, el cabello también negro, ya ciertos mechones canosos, una mujercita insignificante como una pequeña urraca, excepto porque justo en ese momento pasó un motorizado a toda mecha que la bombea contra la acera y entonces el inolvidable rictus de dolor en la cara, los ojos con unas pupilas que se dilatan hasta extremos imposibles y saberlo –que se murió-, saberlo las dos en ese encuentro de mudo canto de cisne, por qué tenía que mirarme a mí justamente, entre todas las personas que pasaban, caer a mis pies y mirarme ese instante mientras las dos vemos su muerte, desde adentro y desde afuera, un segundo antes de que la sangre empiece a bañar la calle, ser espejo del último aliento, quedar indeleble en mi memoria por un capricho del ¿azar? ¿destino?… y seguir, sin disminuir el paso, porque morbo sí que hay en todas partes y si me frenaba, llegar tarde no era una opción; pero es que no fue la primera, así otras, que no sé si vengan a colación en este momento; también aquella mujer tendida como marioneta sangrienta sobre la mesa de un café en Sabana Grande, el zapato de tacón rojo tan cliché colgando de su pierna en posición imposible… 

No sé, lo que decía, es que a mí muchas veces me ha pasado la muerte por un lado, como esquivándome, pero asegurándose de que la note, de que me dé cuenta. Un miedo me invade en lo profundo de la noche: ¿Seré yo de su estirpe? ¿Tanta mostración será una especie de entrenamiento? ¿Tendremos alma las parcas?

Volviendo a los de aquí, que en vida se dan una patada en el culo el uno al otro cada vez que pueden, familia y compadres incluidos, o quizás, sobre todo estos, que no les importa una mierda el cómo el cuándo ni el por qué, sino lo que ellos dicen y les da la soberana gana… ESOS los veo desfilar hacia los eventos fúnebres como con un cierto placer reprimido detrás de sus caras de conmiseración con el dolor ajeno como zamuros hambrientos se acercan con sus murmullos de rezos, merodean, cotillean, jartan, beben, en nombre de ese difunto al que nunca le pararon ni media pelota en vida, o al que quizás le metieron su zancadilla si tuvieron chance, no se entiende mucho, desde nuestra perspectiva, que exista una arraigada y profunda cultura funeraria, una construcción compleja y profusa de los ritos asociados a la celebración del acto mortuorio: rezo, velorio, rezo, funeral, rezo, novena, rezo, etcétera, rezo, etcétera, rezo, etcétera y al año otra vez rezo y etcétera y así. Quizás un rasgo tradicional heredado de otros tiempos. A mí, que la muerte se me ha mostrado tan vana y aleatoria, que me susurra al oído cada vez que puede, no me sale la lágrima fingida, no me gustan los banquetes de carroña.

agosto 28, 2012

Yo sólo estaba durmiendo tranquilo en mi casa…


 A Boris 

Yo estaba durmiendo en mi casa, unas horas antes había ido a encontrarme con una vieja amiga, tremenda jevita, salimos a tomar algo mientras conversábamos de todo lo que habíamos hecho en los dos últimos años y luego la dejé en su casa. Al regreso encontré a mi vecina con su novio, o su machuque, o lo que sea, les invité unas cervezas y fuimos hacia la casa; en el camino ella encontró a su gato blanco muerto (el más consentido) y yo entendí que no sería un buen momento de reunión.

Entré a mi cueva después de la larga jornada del día, preparé carne con arroz y comí viendo televisión. Fui al baño, cagué leyendo una revista Año Cero -me encanta esa mierda de la ciencia ficción-, tomé una ducha con agua bien caliente y me arreglé para ir a la cama – después de todo me sentía cansado. Me faché un buen bate y le di un par de patadas. Poco a poco me fui adormeciendo con el olor a pintura y el sonido de los grillos, cuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicuicui…

        DING-DONG

Yo estaba durmiendo tranquilo en mi casa cuando entró esa mujer revolviendo todo y gritando barbaridades de camionero, jaladísima, supongo, lo que me faltaba, me cayó frutero; abrí por inercia, ojalá no lo hubiera hecho; tiró su bolso encima de mis pinturas abiertas y me culpó de su torpeza, tirando todo lo que estaba sobre mi mesa de dibujo. Para salir del aturdimiento decidí tomar otro baño, esta vez de agua fría, friísima, y salir a llevarla. Resultó que no estaba sola, andaba con una mariposa amiga suya a quien había que llevar primero. Maldita sea. En medio del camino se enardeció y empezó a recriminarme y a maldecir y a golpear en torno de sí, mientras en el asiento de atrás la mariposa temblorosa no emitía ni un aleteo.

- ¿Qué necesidad tengo yo de esto?, tremendo peo que me metí por andar de cabrón, que si mamita, que si un polvito… ¡qué vaina!- me repetía sin cesar dentro de mí… yo sólo estaba durmiendo tranquilo en mi casa, empezaba a tener dulces sueños, estaba a punto de agarrarle la teta a la pavita de la oficina… ahora ella se baja del carro en un arranque de malcriadez, en pleno Petare, “no seas infantil” le digo, “¿chama, tú no estás viendo dónde coño estamos ni la hora que es? No seas BRUTA, carajo, te voy a dejar aquí pa’ que te  reviente un malandro”. Se montó y yo seguí a lo largo de la calle, pensando que querría que se acabe esta locura que no entiendo ni bajo el pretexto de las sustancias.

Creo que fue un día terrible y no termino de comprender qué mierda pasó mientras yo sólo estaba tranquilo durmiendo en mi casa...

julio 05, 2012

Un "chiste" de acoso sexual


Chica, te acuerdas de la amiga mía, ésa que te dije que teníamos siglos sin hablar, pues me llamó en estos días, loquísimo lo que me contó, no es como que ella sea la jeva que está más buena del mundo, ni mucho menos, tampoco es que sea federica, no, para nada, pero bueno, tú me entiendes, no? en el país que exporta misses está como dentro del promedio, tú sabes, ni muy arriba, ni muy abajo, pero pasan dos cosas, que entre gustos y colores... ella es del tipo que gusta, pues, tiene lo suyo, no sé, se ve bien, es agradable, parece tan sutil, no sé, algo, cómo te digo, se ve tan espontánea, pero después cuando la conoces sabes que no, que es más compleja digamos, pero tú me entiendes, no?... y también aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey o, lo que aplica aquí, en tierra gocha la culona es la reina... Qué a cuenta de qué salgo ahora yo con esto? Pues que las gochas son planchetas, tetonas sí, pero chatas chatas por detrás, ah, no sabías? Es que ella se fue a vivir a Los Andes, a un pueblito ahí, con gente de lo más recatada, ultra católicos, pero en el campo, ella dice que la gente es rara, que no sabe como explicarlo, es otro mundo... y le han caído como moscas a la miel, con todo y que ella se empató con uno de allá y hasta le parió un hijo...

Cómo son las vainas, o más exactamente, cómo son los hombres de asquerosos, chica, que no respetan nada, que nunca se puede confiar porque uno no sabe con qué te van a salir a la menor oportunidad o descuido, ves, a ella eso le ha pasado siempre, desde que era una niña, antes de desarrollarse incluso, que le salen tipos babosos, que se equivocan porque creen que el pene les da derecho a todo y no, pues, se equivocan, sobre todo con ella se equivocan te digo, que ella no se destruye con eso, se asquea sí, como cualquiera que tenga escrúpulos, lógico, si todo se ha vuelto una chusma vulgar... La cosa es que el otro día, tipo diez de la mañana diríamos, regresaba ella de mover las cabras, pues sí, esa loca ahora está criando cabras, ah, la pinta tipo ropa de trabajo, o sea, mono deportivo holgado, botas de caucho amarillae de esas horribles que maltratan los pies, franela y un sweater cerrado, cabello recogido en un moño, cara lavada sin gota de maquillaje... es decir, que no se estaba haciendo la golfa sexy ni mucho menos, dando picón, ni nada por el estilo, para como era ella cuando estaba aquí con nosotras, tan chic, tan fashion, te diría que andaba ese día más bien hombruna, machorra y oliendo a berrinche de chivo, no te imaginas que sea la misma persona, te juro, claro que cuando se arregla sí, sabes, aparece la que todos conocemos, pero allá no y con todo y eso, ah, fíjate que entonces ella que regresa de mover las cabras y ve que se para un carro frente a la casa y sube desde el aguacate y es El Mocho, que le pregunta por su marido, pero en eso va y se le suelta la cabrita que estaba preñada y a punto de parir y ella le dice al tipo que ya va, que tiene que amarrar la cabra, no, y el tipo entra al patio, ella amarra la bicha, le ofrece café al señor, que ella lo conoce y a su esposa desde hace un montón de años, que es amigo de su marido y tal, entonces el tipo va y le dice que si le puede decir algo, que ella sí que tiene un cuerpo bello y tal, que disculpe pero que ella sabe, que las muñecas de ahí eran muy feas, que no lo tome a mal, que no es por ofender, que si cuantos años tenía ella, que si estaba enterita y que no sé más, yo te digo, que uno no termina de conocer a la gente, insólito, ¿y ella? anodada, y asqueada, claro, porque no es lo mismo el desconocido que te lo recuesta en el metro o el que te echa la sobada de pierna en el autobús o el que te pellizca el rabo al pasar o el taxista que se hace la paja parado en plena vía o el motorizado que se saca la pija y te la sacude en la cara mientras maneja con la otra mano, o los fetichistas que sabe Dios cómo consiguen tu número y te ladillan por teléfono, enfermos, pero desconocidos, al fin y al cabo... en cambio que una persona de tu entorno te salga con eso y en tu propia casa, qué horrible... no, pero ella ya sabe lidiar, te digo, no es que esté tan despampanante ni que sea verdaderamente simpática, es ese algo como un misterio, que parece dulce pero en realidad es amarguísima, ves, siempre le ha pasado con los tipos, se le lanzan encima, como poseídos, o se le declaran, siempre los ha tenido que estar poniendo en su sitio, desde chamita, a veces decimos que es porque ella es bruja, mamando gallo, por joder, pero sí, quién sabe, hasta puede ser...

"Frígida", tinta sobre cartulina, de la serie Doble Discurso

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