julio 09, 2008

Armando


Armando Montesinos trabajaba en un taller, es mecánico auxiliar, es decir, aquél que no recibe ni un cumplido ni un gracias por lo que hace, casi tampoco un pago, pero ése es un cuento mucho más largo. Pasa la mayor parte del tiempo armando las piezas de motores y engranajes que el mecánico encargado es incapaz de reparar y volver a montar. Entre motor y motor él prende su propio tubo de escape, potencia turbo, lo arma caleta y después, antes de que explote el capó, a pisar chola, probando el entuerto de las tuercas con un recorrido panorámico, algo podría decirse “MILagroso”. Se ríe de su propio chiste.

Su pana El Montañés le vende los libros bien resueltos. Libros de 20, 30, 50 y 70, encuadernación pura pasta, remates de Monte Ávila Editores. Calidad. Puros autores colombianos. Descuento o ñapa pa’ los panas. Armando le compra cantidad. Es un lector apasionado, febril.

Armando arma el primero bien temprano mientras cocina el desayuno, se facha con calma, el trabajo no empezará antes de que él llegue, es importante irse bien apertrechado. Dos huevos con tocineta y un par de arepas recalentadas aguantan bien hasta la hora del almuerzo. Armando se arma una historia en el camino que justifique la tardanza. Esos malditos negreros no entienden la importancia de un buen desayuno en el rendimiento de los obreros como él, un mecánico ordinario, hediondo como todos los asalariados, miserables, explotados, que no pueden ni gozarse un buen desayuno y la vara MATUTINA SIN ARMARSE UNA MENTE, mientras ellos se levantan de sus camas estiradas y ya tienen cuatro jala bolas lavándolos, vistiéndolos, atapuzándoles la comida y sacándoles los gasecitos al final.

Los dueños del taller nunca se ensucian las manos de grasa. Siempre tienen un pariente con hambre que dirija a los demás tarados. Así nos llama, lo he escuchado cuando regaña a Luciano mientras me estoy fumando el gran bate por detrás del aire acondicionado de la oficina y cree que no lo escucha nadie. Tarado voy a quedar después de éste… ¡ARMANDO!... Armando la facha, armando la rosca, armando la tuerca, armando la palanca, armando el gato, armando la movida, Armando dónde estás metido, armándose una, armando la mente, armando la excusa, armando una pieza, armando una cosa, armándose otra… ¡Armando: ESTÁS DESPEDIDO!
Armando pasa por el Almacén Doña Pepita y se compra tres libritos de hojas de arroz antes de ir a casa; también hace escala en la panadería -¡ARMANDO EL MONCHIS!- y se compra un par de cachitos de jamón, una malta, medio litro de leche y un paquete de galletas Oreo.

- Que se armen ellos mismos su vaina, porque lo que es éste servidor lo que va armar es senda vara.

julio 05, 2008

Trinidad y Otros Vagos






Trinidad se arrellanó en el sofá, se desabotonó la camisa y prendió el ventilador. El calor del trópico es bochornoso, inmoral. Repicó el teléfono. Tita lo dejó sonar hasta que no aguantó más y estiró el brazo.


Sólo sostuvo el auricular junto a su oreja, sin pronunciar ni una palabra. Del otro lado tampoco habló nadie, apenas se percibía el susurro de una regular respiración queda y la tenue percusión de un latido cardiaco. Permaneció así durante diez minutos.


Después trancó y volvió a desparramarse en el mueble con una sonrisa; buscó el control del televisor y empezó a saltar de un canal a otro, deslizándose por olas de blablablá, bombardeos publicitarios, tiroteos reales y ficticios, sexo explícito violencia, documentales y un largo etcétera, hasta aterrizar en un inquietante animé japonés subtitulado.

- Se va a quedar echada ahí.
- Un rato más, a lo mejor llega alguien o se masturba, quien sabe…
- ¡Déjame ver para otro lado!
- Ya va, si en cinco minutos no se mueve lo cambias.
- Bueno, ya estoy contando…

Tita no se mueve, alcanzó a quitarse los zapatos y las medias, a desabrocharse el pantalón. Otra chica marioneta j.

- Cinco minutos. Mi turno.

La mira del telescopio, amplificador de fetiches, cercanía morbosa, se dirige a la ventana del tercer piso. Luz apagada, ¡qué lástima! Recorre la calle, hay un indigente revisando las basuras, lo acompaña un perro flaco que olisquea todo lo que él toca; es asqueroso, no deberían permitirlo, un verdadero peligro, completamente antiestético y antihigiénico. Al fin algo interesante, el vecino gay va a dar una fiesta, ordenó la mesa para un banquete, esto va a estar “buenésimo”, pendiente para más tarde, faltan algunas horas para la verdadera acción.

- Ven, en el sexto piso, tremenda paliza, rápido…
- Uhh! Esa mujer no aprende…
- Déjame ver.
- Hay para rato, deja el atore.
- Déjame ver…
- Deberíamos instalar otro. Así podríamos ver al mismo tiempo.
- ¡Ay, Santísima! La va a matar.
- ¿Llamamos a la policía?
- Ni se te ocurra, en la tele no hay nada que valga la pena…

Abajo, en la acera, Sherman mata el hambre con lo que encuentra y le da las sobras a Toby, el perro, y Chepe, el gato, sus fieles acompañantes de juerga y jerga.

- Ya se pusieron a tirar…
- ¿Los del sexto?
- ¿Quién más?
- ¿Tita?
- Tu consentida no se ha movido.
-Ah…

Trinidad no se ha movido; Tita no se va a mover más. La sangre dejó de bombear hace más de dos horas. La encontrarán mañana, cuando lleguen de viaje.
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