septiembre 18, 2006

El Reino


Y resultó que el Reino estuvo siempre al alcance de la mano pero la la visión nublada no permitía el recuerdo del camino... Eso es lo que pasa cuando las hadas logran reconstruir sus alas, no importa cuánto hayan caído, finalmente se elevan, se elevan, se elevan y dejan todo atrás, los tristes y pegajosos cronopios se despiden desde sus rastreras moradas y por más que saltan no consiguen remontarse, no importa si los biombos y los rombos son redondos, nunca podrán convencer a nadie de ello. Algunos esperanzas les dan palmaditas en las espaldas y se conmueven de su lastimero dolor; los otros cronopios secretamente se alegran de la desdicha y confirman de este modo su envidiosa hermandad.
Sin embargo, mientras la madre hada volaba hacia el llamado del hogar, los ojos del pequeño elfo escurrieron algunas lágrimas que en lugar de caer flotaron en el eter hasta convertirse en nubes blancas.
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